Hablamos de rigidez corporal como lo que nos sostiene, lo que nos confiere un pilar de apoyo. Podemos entender como rígida la columna vertebral al compararla con otras estructuras algo más blandas o de menor densidad, como podrían ser los músculos o las fascias. Necesitamos esta rigidez o esta contundencia de tejido, como barrera protectora de estructuras más nobles, que en el caso planteado sería el sistema nervioso.
La rigidez no puede entenderse sin el concepto de flexibilidad si los entendemos como opuestos, pues uno no puede existir sin la existencia del otro (la polaridad será otro tema a tener en cuenta). La flexibilidad la obtenemos en su mayor parte por estructuras algo más blandas, dúctiles, con una mayor capacidad de cambiar su forma.
Por lo tanto, tenemos por un lado una parte que podría ser más protectora junto con otra parte más maleable. Ambas partes nos confieren la capacidad de movilidad. Necesitamos una movilidad de las estructuras adecuada para no boicotear aquellos elementos que han de estar más protegidos. Por lo tanto, ha de conseguirse un equilibrio entre lo que sería rigidez y flexibilidad en todos los tejidos del cuerpo. De esta relación entre rigidez y flexibilidad es a través de la cual conseguimos el rango de movilidad de una articulación y, sumando articulaciones, el grado de movilidad de todo el cuerpo entero.
Cuando hablamos de rigidez mental o cognitiva podemos acercarnos a valores determinados, creencias o formatos de pensar muy entrenados. Si bien la rigidez en las estructuras corporales protegían estructuras más nobles, la rigidez cognitiva también es protectora de posibles pensamientos más frágiles, de emociones o de gran parte del subconsciente; pueden ser ideas no aceptadas socialmente o personalmente o incluso miedo a que simplemente puedan aparecer por nuestro pensamiento. Una rigidez excesiva nos lleva de igual modo a la no movilidad y lo que no se mueve sabemos que carece de vida.
La flexibilidad de cognición es elasticidad de pensamiento que, si bien puede no servirnos para algunos valores propios, puede llevarnos a entender otros puntos de vista; esto suena a empatía. Esa flexibilidad cognitiva puede ayudarnos a ser algo más comprensivos con otras maneras de hacer aunque no las compartamos, simplemente entendiendo al otro desde su forma, no quiere decir que nos convirtamos en el otro, eso sería un exceso de flexibilidad.
De esta manera, puede parecer interesante encontrar un equilibrio entre rigidez y flexibilidad mental. De esta manera, podemos ser nosotros mismos con nuestros propios principios y con la capacidad de entender al otro sin convertirnos en ese otro. Aquí me suena que pega la palabra comprensión.
Después de separar estructuras corporales de formatos cognitivos me da la sensación de que existe un paralelismo entre ambos. De hecho, ¿Cómo me posiciono posturalmente cuando mi pensamiento se vuelve más rígido y no quiero o no tengo ganas de entender al otro? Creo que mayoritariamente empiezan a contraerse diferentes tejidos del cuerpo, de hecho cambia la respiración y hasta el corazón late de otra forma. ¿puede tener que ver una rigidez con otra? ¿Puede tener que ver lo mental con lo corporal? ¿puede separarse la cabeza del resto del cuerpo y permanecer vivos aún?